Como ya vimos en el artículo anterior, sabemos como se producen las caídas, pero existen factores que predisponen a caídas posteriores y que se puede tratar con los profesionales adecuados.
Uno de los puntos que yo considero muy importantes es el síndrome postcaída, ¿y esto qué es?
Bueno, pues como su mismo nombre indica se produce tras una caída y es el temor por volver a caerse, mostrándose conservador y evitativo a la hora de moverse por miedo a otra caída, esto produce que la persona deje de realizar su actividad con la misma autonomía que lo hacía antes de la caída, disminuyen sus relaciones sociales por evitar salir a la calle y genera una pérdida de independencia favoreciendo el riesgo de institucionalización.
Como os he comentado antes es un tema que a mi me preocupa mucho, ya que, se da con mucha más frecuencia de la que inicialmente parece, al principio pensamos que es normal, la persona se ha caído y necesita tiempo, que se le irá pasando.
Después de un tiempo notamos que cada vez se mueve menos, no quiere salir y seguimos pensando que bueno será por los dolores, la edad…
Este es un gran error, ya que, eso solo va a provocar unas consecuencias irreversibles y empeorar la situación física y psíquica de la persona.
Pero vamos a ver por qué se produce esto:
Las causas pueden ser diversas:
Dolor, daños ocasionados por la caída que motivan la falta de actividad, más tarde son la ansiedad y el temor por sufrir una nueva caída los que provocan la falta de dicha movilidad.
A ese temor se suma la imposibilidad de levantarse y el tiempo que transcurrió mientras estuvo en el suelo. Otros factores son la edad avanzada y la dificultad en la marcha y la movilidad.
Todo esto junto con una rehabilitación ausente, incorrecta o incompleta ocasiona inseguridad, restringe la movilidad y limita la autonomía.
A ello hay que sumarle la sobreprotección por parte de la familia y de los cuidadores que no contribuye a mejorar la situación, sino que la empeora.
¿Qué consecuencias ocasionan estos desencadenantes?
La principal es la pérdida de autonomía, la familia también puede verse alterada por este suceso, sufriendo estrés.
La inmovilidad es también una consecuencia producida como factor de riesgo para nuevas caídas.
Los gastos familiares y los recursos de la comunidad se ven afectados generando un problema de carácter sociosanitario importante. Y en la mayoría de las ocasiones el mayor acaba en silla de ruedas, sin ningún tipo de movilidad y con el tiempo institucionalizado.
Ahora viene la pregunta clave ¿CÓMO EVITARLO?
- Lo primero es observar y comunicar cualquier cambio en el comportamiento de la persona que se ha caído.
- Proporcionar el apoyo y comprensión, pero no sobreprotección.
- Animar a la persona a realizar actividades que estén dentro de sus capacidades lo antes posible, no se trata de decir:” no hagas esto que te vas a volver a caer” sino explicarle, “no te vistas de pie porque tu cadera todavía no está suficientemente preparada” o, “use el bastón para caminar, ya que, se lo ha recomendado la terapeuta e irá más segura”. A veces sólo con una supervisión es suficiente.
Espero que os haya servido y os haya gustado, es uno de los síndromes más frecuentes tras una caída en personas mayores, y tratado a tiempo por los profesionales adecuados ayuda a la persona a seguir disfrutando y siendo feliz con su vida.
¡¡¡Nos vemos en el próximo artículo!!!
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